Agricultura 4.0: sostenibilidad y productividad.
No hay entorno que no se haya visto afectado y transformado por la digitalización: la tecnología permite una evidente mejora, basada en la optimización de los datos y en su conversión en información útil.
Por supuesto, el campo también asiste a esta revolución: gracias a la tecnología, la nueva agricultura es capaz de hacer frente a los continuos retos del sector agroalimentario, aprovechando mejor cada recurso, ahorrando energía y combustible, contaminando menos y, en suma, haciendo un uso más responsable de los medios.
Las opciones son variadas:
En primer lugar, la automatización. Las máquinas total o parcialmente automáticas nos ofrecen unos resultados más rápidos, precisos y eficaces. Y por supuesto más económicos, pues permiten la focalización de la mano de obra, y la reducción del consumo de energía y combustible.
Otro ejemplo es la monitorización de las explotaciones: los mecanismos de medida y los sensores del terreno permiten recoger y aprovechar mejor los datos -por ejemplo, geolocalizando el cultivo en tiempo real y examinando los cultivos desde arriba, mediante un dron. La teledetección resulta más rápida y más precisa, y sin duda, la calidad de los resultados compensa la inversión inicial.
Además, el trabajo en la nube y las nuevas herramientas de gestión de la información permiten un análisis más preciso de los datos y su mejor aprovechamiento: servicios en la red, softwares específicos—
Otras variantes son el regadío de precisión -idóneo en nuestros días, dada la escasez creciente de agua- y las tecnologías de soporte, que permiten la trazabilidad, la transparencia y el control de los alimentos que hoy demanda la sociedad.
Y si al factor tecnológico le añadimos el uso de fertilizantes responsables con el medioambiente, los suelos y las aguas, obtendremos en suma una agricultura mucho más eficiente, productiva y beneficiosa para el agricultor.